Por agradecimiento, más que nada. Porque el Vespino (o la Vespino, ¿qué más da?), el ciclomotor más popular y más vendido en la historia de nuestro país, ha sido símbolo de libertad y compañero infatigable de nuestras andanzas de juventud, fiel transporte de nuestros padres a su lugar de trabajo y de nuestros abuelos a su huerta, primer banco de pruebas de mecánicos aficionados y profesionales, y montura de iniciación de arriesgados pilotos. Entre otras muchas cosas.
Dió nombre a toda una generación de ciclomotores (¿O nadie ha oído decir nunca "un Vespino Derbi"?). Aguantó impasible el escaso éxito de sus dos hermanos, el Vale y el Delta, que no tuvieron más remedio que vivir a su sombra. Colmó de satisfacciones a quienes lo mimaban y conservaban a la vez que soportaba lo que ninguna otra máquina de dos ruedas jamás había soportado: trucajes imposibles, injertos variados, cambios de color a brochazos, pegatinas por doquier, conducción al límite bajo cualquier condición meteorológica (¡y sin quejarse!), sobrecargas (yo he llegado a ver a un venerable anciano desplazándose a su huerto sobre su GL con el perro, los aperos y un saco de abono ¡de 50 kg!), caídas, más caídas...Nos prestó 32 años de fidelidad absoluta. Hasta que, sin apenas darnos la oportunidad de agradecerle los servicios prestados, tuvo que marcharse para no volver.
Pero no estamos dispuestos a echarle de menos. Porque sigue vivo. Y cuando en la calle oímos el típico petardeo del motor de dos tiempos de un Vespino, afloran los buenos recuerdos y es imposible no esbozar una sonrisa. Y por agradecimiento, más que nada, y para la conservación de la especie, le dedicamos este espacio a modo de reserva ecológica: un Vespinarium.
Pero no estamos dispuestos a echarle de menos. Porque sigue vivo. Y cuando en la calle oímos el típico petardeo del motor de dos tiempos de un Vespino, afloran los buenos recuerdos y es imposible no esbozar una sonrisa. Y por agradecimiento, más que nada, y para la conservación de la especie, le dedicamos este espacio a modo de reserva ecológica: un Vespinarium.